domingo, 4 de octubre de 2015

Identidad digital y profesional

Desde los comienzos de internet el tema de la identidad ha estado presente en la práctica y la teoría de las comunicaciones, pero saltó al primer plano a partir de la generalización de los blogs y la redes sociales más populares en la última década del siglo XX y primera del XXI.

Cuando la red creció en seguridad, cantidad y calidad, se difundieron los usos profesionales, que, de cualquier manera, habían estado en su origen universitario.  Recordemos que las primeras conexiones se dieron entre tres universidades de California en 1969.

A partir de la llamada globalización económica y cultural (al menos virtual), la identidad profesional y la digital se fueron fundiendo hasta el punto de que, en muchos casos, ya es imposible distinguir entre ambas.  El ejemplo más cotidiano es el de los "amigos" de las redes sociales como Facebook, a los que conocemos poco o nada fuera de la pantalla del móvil o el ordenador.

Y este fenómeno no es algo que ataña solo a empresas o personas que trabajen en el mundo de las relaciones públicas o publicidad.  Cualquier persona, en cualquier momento, puede entrar en contacto con otras personas, a las que solo se conoce mediante la relación que se ha establecido en internet, ya sea en redes sociales, profesionales o por correo electrónico.

Dicho esto, urge preguntarse cómo debe construirse uno su identidad digital, del mismo modo que en la vida "real" forjamos nuestro estilo y nuestra reputación.  Todos sabemos que cualquier suceso, opinión, fotografía, declaración o comentario que hayamos realizado en internet está ahí para siempre.  Incluso se puede dar el caso de que textos o imágenes creados en la era pre-digital sean digitalizados y comiencen a circular con o sin nuestro conocimiento.  De modo que nos vemos obligados a construir de manera consciente y responsable nuestra reputación digital, a la que podríamos llamar e-reputación, para lo cual tendremos que tener en cuenta algunas premisas que analizaremos en otra entrada.

Las personas que llevamos muchos años en la educación y que no somos nativos digitales tenemos por delante la tarea de re-inventarnos para prolongar (y no malograr) en la red lo que tanto nos ha costado antes de que Gate, Jobs, Page, Brin y Zuckerberg se pusieran manos a la obra.


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